A pesar de llamarse Costa da Morte esta fracción del litoral gallego ofrece, en cada villa que visitemos, lecciones de vida, historia y tradición.

Agraciada en el reparto de una naturaleza exuberante, la Costa Verdescente de Eduardo Pondal invita a rendirse ante sus encantos.

Piensa mi madre que estoy pescando en el robledal, estoy en San Fins do Castro bailando una muñeira. Mi madre porque pudo hizo una casa en la isla, para ver los de Neaño como pescan la sardina. El cura de Corme es sastre malpicano y marinero. El de Pazos labrador y el de Cesullas gaitero.      Foliada cantada en Cabaña de Bergantiños

Otros datos de interés:
- Muíño do Forno do Forte: 981 711 520 www.concellomalpica.com/fornodoforte
- Centro de Interpretación del Dolmen de Dombate: Teléfono de atención a visitantes > 669 611 993.
- Torres do Allo: 981 706 028.
- Batáns de Mosquetín: 981 706 028.

Día 1º

La primera incursión por tierras de la Costa da Morte la iniciamos en el vergel de Bergantiños como es conocido el Refuxio de Verdes, en el ayuntamiento de Coristanco.

Los molinos, las mesas, los bancos de piedra, los canales y los puentes de madera nos van zambullendo en un mundo lleno de vida donde es la naturaleza la que impone su voluntad. Incluso los árboles voluptuosos lo invaden todo libremente con sus ramas cubiertas por enredaderas y las rocas, salpicadas a lo largo del río Anllóns, complican el continuo discurrir del agua, creando rápidos, cascadas y regatos a su antojo.

Pero este antiguo coto de pesca esconde algunos secretos que sólo podréis descubrir recorriendo los senderos cubiertos por un manto de hojas. Verdes es, sin duda ninguna, un gran lugar de esparcimiento que nos permite desconectar y pasar una divertida jornada de baño, siempre que tengamos cuidado con una fuerte corriente que hay en el río llamada el Pozo do Inferno.

Y dejamos este pequeño pedazo de paraíso para dirigirnos hacia Malpica de Bergantiños, en concreto al Ecomuseo Muíño de Forno do Forte, en Buño. Este conjunto etnográfico es el encargado de mostrar como era la vida de los jornaleros que compaginaban su día a día en el campo, con la producción de piezas de barro. Según los filólogos, el topónimo de esta villa proviene de la palabra latino buda, una especie de junco de nacimiento espontáneo en tierras arcillosas como las que aquí encontramos. La abundancia de esta materia prima fue esencial para el desarrollo de su industria más característica, la cerámica, que convirtió a Buño en una villa internacionalmente conocida. Durante la Mostra de Olaría, celebrada a mediados de agosto, tendréis la ocasión de ver en activo el antiguo horno mancomunado.

Siguiendo el curso del río Anllóns, llegamos a Cabaña de Bergantiños; aquí podréis hacer una pequeña ruta de poca dificultad y perfectamente indicada por el Rego dos Muíños, o do Roncaduiro. Fue precisamente el roncar del agua, que desciende de cascada en cascada, la que puso en marcha los 24 molinos que aquí se conservan y bautizó este regato. Con este sonido sordo en los oídos llegamos por fin al castro de Borneiro, conocido como A Cibdá -cidade en castellano antiguo- que estuvo habitado entre los siglos VI la. C. y el I d. C. La mayor parte de los restos encontrados podréis visitarlos en el Castillo de Santo Antón de A Coruña. El castro está rodeado por un foso y dos muros defensivos a lo largo de su perímetro, excepto por el este, en el que la propia pendiente actúa como defensa natural. Desde aquí, podréis controlar lo mismo que los castreños todo el territorio que os rodea.

Sin salir de Cabaña de Bergantiños dejamos A Cibdá para visitar la "catedral del megalítico gallego", el dolmen de Dombate y su centro de interpretación. Este monumento funerario, de alrededor de 6.000 años de antigüedad, está constituido por una masa de tierra que se cubre parcialmente por una coraza pétrea, presentando piedras planas horizontales en el exterior mientras que en el interior se construye con piedras bien trabadas.

Tras esta inmersión en la cultura megalítica, nos dirigimos ahora a Zas para visitar las Torres do Allo. La sombra del estrecho camino rodeado de robles centenarios parece un túnel del tiempo que nos traslada al pie del pazo, uno de los más antiguos de Galicia. Esta construcción, uno de los mejores ejemplos de la arquitectura civil gallega, acoge ahora el Centro de Interpretación dos Recursos Turísticos e Patrimoniais do Territorio de Costa da Morte. De marcado estilo renacentista, los motivos de mayor interés arquitectónico los encontraréis en la parte alta de las torres, alrededor de sus ventanas, que se adornan con elementos del gótico final.

En el mes de agosto, el ayuntamiento de Zas se convierte en la capital del folk con la celebración de un veterano festival celebrado en la “carballeira” que le da nombre a esta fiesta.

Para finalizar el día, nada mejor que una buena caldeirada” de raya, congrio o abadejo, un plato que no debe dejar de probarse en toda la Costa da Morte.

Día 2º

Y de Zas vamos hacia Vimianzo para descubrir otra maravilla del megalítico, el dolmen de Pedra Cuberta. Esta es la única anta en Galicia que presenta restos pictóricos, descubiertos por los arqueólogos alemanes Georg y Vera Leisner en los años 30 del siglo XX dándole fama internacional. Tiene pinturas en negro y rojo sobre fondo blanco con motivos ondulados, serpentiformes, una figura de un ídolo y un zócalo decorado. Estas representaciones están calificadas entre las más importantes de las artes megalíticas europeas. Pedra Cuberta tiene grandes proporciones con un corredor de entrada de más de seis metros de largo y con una altura de casi dos.

En Vimianzo, también podréis visitar los batáns de Mosquetín. Este es un museo etnográfico compuesto por dos edificios donde se esconden las curiosas estructuras de tres batanes, unos aparejos utilizados para mazar y tupir la lana, y siete molinos. Aprovechad para conocer este entresijo vivo del río Grande. Recrearos en el sonido del agua corriendo por los canales y pisad las numerosas rocas, lavadas y pulidas por la corriente. Los árboles os darán sombra mientras casi podéis escuchar el eco sordo y rítmico de los mazos de madera que llegaron a desarrollar una importante industria textil en esta comarca. El vecino Castelo de Vimianzo acoge, cada Semana Santa y cada verano, una Muestra de Artesanía en Vivo que recuerda esta, en otro tiempo, fuente de riqueza, entre otras artesanías.

Desde Vimianzo seguimos dirección a Camariñas para, en el Ponte do Porto, coger la carretera que lleva a Muxía. En el camino nos encontraremos con la iglesia de Santiago de Cereixo. Este pequeño templo del siglo XII es uno de los ejemplos más emblemáticos del románico rural en la Costa da Morte. Fue parada de peregrinos que llegaban por mar hasta el Ponte do Porto y luego se dirigía a pie a Muxía y Santiago de Compostela. Observad con atención sus dos hermosos pórticos. En uno de ellos, encontrareis el tímpano con la primera representación románica de la traslatio del cuerpo del Apóstol Santiago en una barca de piedra. Y es que esta iglesia tiene un marcado tono jacobeo. Hay quien dice que aquí comenzaba también un camino hacia Compostela de la gente que desembarcaba en el puerto de Cereixo.

Ponemos rumbo ahora cara a la costa para visitar el hórreo de Ozón, en el ayuntamiento de Muxía. Contad vosotros mismos los 21 pares de pies de esta calabacera gigante construida en granito en el siglo XVIII, antes de dirigirnos a la iglesia de San Xián de Moraime. Una vez allí, os recibirá un recinto sagrado en el que encontraréis vestigios de un pasado brillante y esplendoroso. Levantado en el medievo, el templo del siglo XII estaba integrado en el único monasterio histórico de la Costa da Morte, ya exclaustrado desde antiguo. Hermoso es su pórtico con rasgos de la catedral compostelana. Moraime estuvo vinculado al priorato de San Martiño Pinario de Santiago, el que da cuenta de su importancia. En la penumbra interior, que invita a la meditación, encontraréis pinturas que representan los siete pecados capitales y la muerte. Y, si dais una vuelta por el camposanto, poder descubrir las excavaciones de una necrópolis romano-cristiana.

El mar de Muxía está muy cerca de aquí. Ya en la villa, un final mágico para este segundo día sería visitar uno de los santuarios marianos más emblemáticos de toda la  Costa da Morte y de Galicia, el santuario da Nosa Señora da Barca. Este sobrio templo, mandado construir por iniciativa de los Condes de Monforte, recuerda el lugar al que la Virgen llegó en una barca de piedra para animar al apóstol Santiago a continuar con su predicación. En este gran atrio de piedra natural que mira al mar, podréis tocar y acariciar los vestigios sagrados de esta aparición: la pedra dos cadrís, que se identifica con la barca; la pedra de abalar, que simboliza la vela y la pedra do timón. Todas ellas piedras mágicas de la milenaria embarcación a las que se les atribuyen propiedades curativas y adivinatorias que sólo se sabrán ciertas de seguir los rituales…

Para finalizar esta jornada entre histórica y mágica, no dejéis la Costa da Morte sin probar alguna delicia de sus mares en algún restaurante muxián: percebes del Roncudo o navajas a la plancha son sólo un delicioso aperitivo de lo mucho que en ellos se ofrece.

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