De la belleza paisajística y monumental de O Barco de Valdeorras nos trasladamos al ayuntamiento de A Rúa, donde se concentra el mayor número de bodegas de esta denominación.

La comarca de Valdeorras es una zona de gran contraste geográfico. Combina su proximidad a Pena Trevinca, conocida como “el techo de Galicia”, con sus profundas cuencas fluviales, por las que discurre el río Sil y sus afluentes.

En su tierra roja y arcillosa la vid se siente cómoda. La pizarra no sólo adorna los tejados de edificaciones tradicionales, sino que compone un suelo apto para la maduración de la uva. Ésta, convertida en vino, se echa a dormir bajo la tierra, en las mismas cuevas que horadaban los romanos hace siglos buscando oro.

Más información...
- Pazo do Castro. www.pazodocastro.com
- Bodega Alán del Val. www.alandeval.com
- Bodega Joaquín Rebolledo. www.joaquinrebolledo.com
- Bodega de A Coroa. www.acoroa.com
- Bodega Godeval. www.godeval.com

Día 1º

Retazos de historia medieval

Os proponemos una ruta por la comarca y el valle de Valdeorras, modelado por el paso del río Sil entre montañas. La localidad de O Barco de Valdeorras se presenta como punto estratégico para explorar esta tierra. Os recomendamos llegar al alojamiento elegido a primera hora de la tarde. La oferta hotelera es variada, tanto en la propia villa como en sus parroquias.

De la tradición de los pazos a los tratamientos de vinoterapia

Hoteles, casas y pazos guardan retazos de la historia medieval de esta ciudad, por lo que merecen una visita. Es el caso del Pazo de los Flórez o Pazo do Castro, convertido en hotel. Está situado en el lugar conocido como Vila do Castro, a cinco minutos del centro, en la parte alta de O Barco de Valdeorras. Desde aquí se ofrece una amplia vista sobre la llanura en la que se asienta esta gran población. En 1630 D. Pedro Losada y Quiroga lo mandó construir para fundar su mayorazgo regular.

Llama la atención su aspecto original, diferente al resto de los pazos gallegos. Nos recibe su fachada con seis arcos de piedra roja del país sobre un amplio soportal y sus tejados cubiertos de pizarra, seña de identidad de la comarca, cuya actividad económica gira alrededor de su extracción. Declarado edificio histórico-artístico junto con su capilla, ha sido habilitado como hotel-monumento de cuatro estrellas. En su interior conserva el mobiliario, la decoración y obras de arte originales. Curiosead en su entorno y descubriréis en una palleira (pajar) anexa un pequeño museo de carruajes y aparatos de montar.

Si habéis llegado temprano podéis aprovechar y añadir a la tarde un poco de relax en el spa del pazo. Envolvimientos o masajes en aceites extraídos de la uva son algunos de los tratamientos de vinoterapia que en esta zona integran la propuesta alrededor del amplio mundo del vino y su cultura.

El botelo, las castañas y las setas predominan en los menús del territorio

Y, para cenar, la oferta de restauración es muy amplia. Ante el menú recordad el refrán que oiréis aquí: “Del mar, el mero; de O Barco, o botelo”. El botelo es un elaborado de la matanza del cerdo, todo un obsequio para el paladar. Otros productos reconocidos de la zona son las castañas, que están ocupando un puesto de honor en la cocina actual de Valdeorras, junto con la gran riqueza micológica de sus montes. En la copa encajarán a la perfección tanto un tinto de mencía como un blanco de godello, de la Denominación de Origen Valdeorras.

Día 2º

De bodegas en A Rúa

La mañana la dedicaremos a conocer a fondo los vinos de la Denominación de Origen Valdeorras, de la mano de sus bodegueros, en los propios viñedos.

Nos desplazaremos en coche hasta el vecino ayuntamiento de A Rúa, donde se ubica el mayor número de bodegas adscritas a la denominación. Seguimos la N-120 y luego el desvío indicado a la localidad. En el cuarto de hora aproximado de trayecto, su belleza va revelándose ante nosotros. El curso encajado del Sil que veníamos siguiendo se ensancha aquí de tal manera que forma a los pies de A Rúa el embalse de San Martiño, espacio de gran valor natural por su flora y fauna y cuyo interior contiene varias islas.

Los bodegueros nos muestran los secretos de sus caldos

Son muchas las bodegas de la zona que merecen nuestra atención por su gran singularidad, así que emplearemos buena parte del día a visitarlas y conversar con los bodegueros sobre las variedades, el laboreo de la viña, la poda, la vendimia, la elaboración, el clima, los suelos o cualquier aspecto que deseemos conocer sobre el vínculo de esta tierra con el vino.

Por la mañana podremos acompañar a los bodegueros de Alán del Val hasta la finca A Costiña, para ver las cepas de brancellao, orientadas al sur en un terreno con una marcada pendiente. Bajo este suelo de pizarra, que facilita la permeabilidad y la absorción del calor solar, la maduración de la uva será la idónea. Así es como esta bodega elabora un vino exclusivo de parcela, con botellas numeradas que acaban en las mesas de los mejores restaurantes.

Más tarde descenderemos hasta la cueva-bodega denominada “La Mina”, construida en el siglo XVIII y restaurada respetando todos sus elementos estructurales. Es aquí donde la bodega Joaquín Rebolledo madura los vinos de crianza de una forma natural, alejados del ruido y a una temperatura y humedad siempre constantes. En estas habitaciones de piedra bajo la tierra permanecen las barricas hasta que los enólogos consideran que es el momento ideal para que sus caldos salgan al mercado.

Los restaurantes de A Rúa no descuidan los productos típicos de la zona como el botelo o la androlla, la empanada de costillas, las anguilas de río, el cabrito asado o las carnes de caza.

Una bodega asentada sobre un antiguo castro romano

Después de comer podemos subir hasta el monte de A Coroa, donde se asentaba un antiguo castro romano y hoy lo hace la bodega del mismo nombre. Sus propietarios la reconstruyeron sobre una edificación de más de 300 años de antigüedad, empleando sólo materiales autóctonos como pizarra, piedra, madera y barro.

Los ojos se nos escaparán de inmediato hacia una pequeña construcción circular de piedras irregulares coronada por una chimenea. Se trata del respiradero que usa la cueva, oculta bajo sus pies. Aquí tiene lugar el proceso de fermentación de este oro líquido que es el godello. La magia y misterio del lugar aumentará al conocer que a 300 metros al norte los romanos horadaban esta montaña para obtener oro y que a 200 metros al sur cruzaba la Vía Nova, calzada romana número XVIII en el Itinerario de Antonino, que comunicaba Astorga con la ciudad portuguesa de Braga.

Un paseo por la naturaleza

Si al finalizar el recorrido con los bodegueros aún no es muy tarde, os aconsejamos pasear por el espacio verde de O Aguillón, que rodea el embalse de San Martiño por todo el margen derecho del río Sil a su paso por A Rúa. Es el balcón perfecto para observar las aves que vienen a anidar aquí. Entre ellas se han registrado más de una docena de familias distintas de ánades.

Para cuando sea la hora de cenar, si decidís hacerlo en A Rúa, el codillo de cerdo es una de las especialidades por las que se distingue el ayuntamiento, que exalta este plato en una feria gastronómica anual.

Día 3º

De los templos románicos a las modernas tecnologías de elaboración del vino

Antes de iniciar el regreso podéis dar un último paseo hasta el Monasterio de Xagoaza, que en su origen fue priorato de los caballeros Templarios, y la iglesia de San Miguel, donde en la parte superior se distingue una Cruz de Malta labrada en la piedra.

En poco más de media hora desde el centro de O Barco de Valdeorras se alcanza este bello conjunto medieval de los siglos XII y XIII, que tras su restauración alberga las modernas instalaciones de la bodega Godeval, que podemos visitar. La arquitectura románica de estas construcciones y un entorno natural casi virgen nos transportarán a un tiempo pasado. Por el contrario, el interior de la bodega incorpora las más modernas tecnologías para elaborar un vino monovarietal de godello al amparo de la Denominación de Origen.

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