Os proponemos una jornada fascinante al borde del mar observando la actividad febril de las primeras villas marineras de la Costa da Morte, desde el sur.

Podréis ver cómo se realizan las descargas de pescado en puerto y asistir a vertiginosas pujas en lonja. Una oportunidad para recorrer el perfil agreste y abierto al océano; contemplar uno de los molinos de marea más grandes de España, lagunas y dunas que son paraíso de aves migratorias o un río que desemboca en cascada al mar.

Muros

Muros, donde las Rías Baixas marcan su fin, es una de las villas marineras más hermosas de Galicia. Se puede acceder a su entorno municipal por la AC-550, que bordea la costa, o por la AC-400, que llega del interior.

Visitamos uno de los molinos de marea más grandes de España

A la entrada de la capital municipal, al borde de la AC-550, recalamos en la parroquia de Serres para visitar Pozo do Cachón. Vamos a introducirnos en uno de los molinos de marea más grandes de España. Desde mediados del siglo XIX estuvo activo hasta hace pocos años. En esta época incluso albergó una especie de talaso, conocido como Baños Santa Rita, especializado en curar enfermedades reumáticas a base de baños templados de algas y agua marina.

Tras atravesar una espléndida área recreativa, nos encontramos con esta construcción, que se nos presenta como un gran cuerpo rectangular y muy alargado de cantería y cachotería de granito. Para entrar desde la parte frontal el molino nos extiende cuatro pasarelas de madera que nos ayudan a salvar un cauce de agua. Es posible abordarlo por los extremos, gracias a un gran puente de piedra que nos conduce de una a otra orilla de la ensenada. Debajo vemos cuatro grandes compuertas.

Si el exterior es imponente, el interior nos dejará fascinados. Fruto de un largo proceso rehabilitador iniciado en los años 90, hoy alberga un completo centro de interpretación sobre estas obras de ingeniería que son los molinos de marea. Con ayuda de paneles explicativos y suelos transparentes que nos muestran las compuertas evocaremos cómo era su funcionamiento antaño. Además, quizá asistamos a exposiciones de artesanía, pintura u otra actividad, dado que el edificio es un emblema de este pueblo marinero y está casi omnipresente en su vida cultural.
 

En el puerto contemplamos las descargas de pulpo, lirio o cigala

La AC-550 también nos conducirá, siguiendo la línea de costa, al núcleo urbano de Muros y a su puerto, visita obligada en esta travesía. Proponemos aparcar con antelación e ir hacia los muelles paseando desde los jardines del Paseo Marítimo. Así nos deleitamos contemplando el mar sereno a nuestra izquierda, protegido de un lado y otro por los montes Costiña y Ribeiriño, que también abrigan al puerto. Y, a la derecha, nos dejamos asombrar por las galerías blancas y acristaladas de edificios que recogen bajo sus soportales tiendas y terrazas. Son los mismos soportales que antes resguardaban a los marineros cuando arreglaban sus artes de pesca y a las pescantinas que lavaban y secaban el pescado.

Llegamos a la zona de mayor actividad, sobre todo si es día de feria o mercadillo, pues aquí se apostan largas hileras de tenderetes con todo tipo de productos. Pronto alcanzaremos la hermosa dársena de Muros, donde se amarran las embarcaciones más pequeñas de su flota pesquera, compuesta por más de 150 barcos, en su mayoría de bajura. Los demás comparten espacio en los dos muelles que siguen.

En toda la zona observamos mucho movimiento, que se acelera a la hora de la descarga del pescado, en particular de especies típicas del arte de arrastre como el pulpo, el lirio o la cigala. En su lonja también notamos gran actividad porque no sólo se comercializan las descargas que llegan a su puerto, sino también las de Lira y O Pindo.

Un recorrido por el casco histórico

Parte de otra singladura sería explorar el bello casco histórico de Muros, no en vano se declaró conjunto histórico-artístico, ya en 1970. El especial tipismo marinero de todas las calles que salen perpendiculares al puerto, que se abraza armonioso a la grandeza monumental de góticos palacios y templos, le valió este reconocimiento. Os proponemos acercaros a la Praza da Pescadería Vella, una de las más singulares de la villa. En la actualidad se ha convertido en un espacio de ocio donde se pueden tomar vinos y tapas en múltiples bodegones y tabernas, dispuestas bajo los soportales.

Un fenómeno único en Europa, la desembocadura en cascada de un río al mar

Y seguimos el periplo, siempre por la AC-550, prácticamente al borde del mar. Enseguida alcanzamos la playa de San Francisco y el monte Louro, con sus dos picos de granito, que es el cierre de la ría de Muros e Noia. Más adelante encontramos la laguna de As Xarfas, atrapada por una blanca lengua de arena, la playa de Area Maior. Atento el ojo y el objetivo de nuestra cámara para captar la imagen de las garzas que acuden a este ecosistema dunar, atraídas también por la abundancia de reptiles y anfibios.

Vamos apreciando la metamorfosis del paisaje. Nos daremos cuenta de que estamos en la Costa da Morte porque las rías se estrechan y se exponen a mar abierto. Por el camino atravesamos los pequeños pueblos marineros que van salpicando el borde de la comarca del Barbanza como Lira, Caldebarcos y O Pindo, hasta llegar a Ézaro.

Podemos parar en Ézaro y contemplar el maravilloso espectáculo de la desembocadura en cascada del río Xallas al mar. Encontramos el desvío al mirador bien indicado en la carretera. Seguiremos en coche hasta el edificio de la central eléctrica y, a partir de aquí, caminamos por una pasarela de madera que, suspendida sobre las rocas y pegada a la montaña, nos conducirá directos hacia la visión de un fenómeno único en Europa, que seguro que nos sobrecoge.

Fisterra

Y ponemos rumbo a Fisterra, el finis terrae para los antiguos romanos, que deseaban asomarse al fin del mundo cautivados por su singularidad geográfica, la más occidental por ellos conocida.

Nos atraerá su condición auténticamente marinera, reflejada en la pujanza de su lonja y de su puerto, a donde nos dirigimos. Desde aquí interpretamos que el núcleo antiguo del pueblo creció en anfiteatro sobre él. Por eso parece que sus edificios de galerías blancas que miran al mar suben como trepando, ayudados de cuestas y escaleras.

Para comer, lubina, pulpo o navajas

Antes de la exploración detallada de la villa os aconsejamos comer en cualquier parrillada o bodegón del puerto. Aquí se exponen cartas completas de los mariscos y pescados frescos y de temporada. Podemos degustar una lubina a la brasa a pie de playa, un pulpo a la parrilla o navajas a la plancha, aquí llamadas longueiróns. Al estilo tradicional o de autor, las cocinas trabajan siempre con producto autóctono.

Para reposar la sobremesa os proponemos un paseo más calmado por el puerto, que a estas horas es un goteo continuo de embarcaciones de palangre, de nasas o de betas que regresan con la pesca. Podemos comprobar la agilidad con la que los marineros, con las cajas de pescado en brazos, ascienden por las escaleras que suben de la playa. Y luego acompañarlos a la lonja para la subasta.

La lonja de Fisterra, además de ser una extensa y moderna edificación de cristal y aluminio azul, tiene la particularidad de ser la primera turística de Galicia. Esto favorece la observación privilegiada y cenital de sus animadas pujas. Os recomendamos afinar bien el oído para escuchar los precios, cantados a velocidad vertiginosa.

Muxía

Ahora viramos a Muxía, para conocer una tradición centenaria, los últimos secaderos artesanales de congro que quedan en Europa. Para llegar seguiremos lo más pegados posible al litoral, tomando la AC-445 y después la AC-2301.

Los últimos secaderos artesanales de congrio en Europa

Desde el siglo XV utilizan este método para tratar este manjar que terminó por ser la enseña de la cocina en Calatayud, a donde se sigue exportando. El motivo fue la especial relación comercial entre ambos pueblos que se remonta a aquella época. Los bilbilitanos proporcionaban las cuerdas de cáñamo a los pescadores para amarrar sus barcos y éstos les pagaban con congrio seco.

El aspecto de los secaderos de congro nos impresionará. Son estructuras elaboradas con troncos de madera entrecruzados, a modo de jaulas, llamadas cabrias. Sobre ellas se extiende o cuelga el pescado, previamente limpio y agujereado para que la acción combinada del sol y el viento del Atlántico lo cure.

El santuario de A Virxe da Barca

Los dos secaderos están en el mismo entorno del santuario de A Virxe da Barca, sustentados en sus grandes rocas, lo que nos facilita la visita a este lugar mágico donde acuden miles de romeros. Por tradición bajaremos a la Pedra de Abalar, un megalito de 9 metros de largo que se balanceaba cuando las gentes se subían en él, y a la Pedra dos Cadrís, así conocida por su forma de riñón. Famosa es la leyenda de que cura dolencias reumáticas si se pasa nueve veces bajo la misma.

Tras la visita, os recomendamos cualquiera de las marisquerías y restaurantes del puerto o del centro del pueblo. Una empanada de maíz a base de congrio o en guiso es una excelente elección.

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