Un cimero paisaje de montaña nos acompañará en este paseo por las tierras más altas de Galicia. Marcadas por el aislamiento y por la soledad de su agreste naturaleza, son capaces de transportarnos a los tiempos en los que los ermitaños y las anacoretas se escondían en ellas.

Había en el Castillo del Castro un poderoso conde que tenía tres hijas muy hermosas en edad casadera. Otro conde, también rico y noble, le mandó embajada para pedirle a mano de una de las hijas. Lo del Castro recibió a los emisarios y cuando le expusieron la pretensión, como sus hijas eran tres, preguntó: ¿Cuál de ellas? Y de ahí ven que la gente le comenzara a llamar Caldelas a aquella tierra.
   Vicente Risco - Leyenda sobre el topónimo de Castro Caldelas

Fecha de celebración de las romerías:
- As Ermidas: 8 de septiembre y 1º domingo de octubre.

Otros datos de interés:
- Museo del Castillo del Bollo: Lunes y martes permanece cerrado. Contacto: 988 323 030

Día 1º

Comenzamos la andadura de esta primera jornada en el corazón de la Ribeira Sacra, en el municipio de Esgos. Aquí, tras atravesar un tupido bosque de pinos, encontramos las primeras huellas del cristianismo en Galicia en el monasterio de San Pedro de Rochas. Este templo, excavado en roca viva, ampara en su interior un gran tesoro que aguarda a que lo descubráis: los restos del único ejemplar conocido en Europa de un Mapamundi Románico. El también llamado Mapamundi de los Beatos muestra la dispersión de los apóstoles de Cristo a lo largo del mundo en su prédica del cristianismo.

Otras de las maravillas abrigadas en San Pedro son su cenobio, que, originado en el siglo VI, es uno de los más antiguos de Galicia, y sus tres capillas excavadas en la roca. Ya en el exterior, seréis atraídos por su singular campanario situado en lo alto de una gran roca de 14 metros de altura. No perdáis sus sepulturas antropomorfas, a las que la piedra, la lluvia acumulada y el liquen les dan un halo mágico del que os va a ser difícil desprenderos. Cerca de estas tumbas, buscad la fuente milagrosa de la que dicen que es capaz de curar las verrugas e incluso de suavizar las arrugas.

No perdáis la ocasión de probar su agua ni tampoco de visitar el Centro de Interpretación da Ribeira Sacra que se encuentra en el mismo recinto. En este museo, se muestra como era la vida monacal y las tradiciones más ancestrales de la comarca, los oficios artesanales y, por supuesto, la cultura del vino. No olvidéis que estáis en las tierras de los vinos con Denominación de Origen Ribeira Sacra, una de las cinco reconocidas en Galicia.

Si contamos con tiempo y energía, podemos abandonar este monasterio recorriendo el Camiño Real de San Pedro. Una muy bien señalada ruta de antiguos senderos que transcurren entre una frondosa vegetación autóctona nos llevará de vuelta a Esgos. Desde allí, nos dirigimos a Montederramo, un lugar protegido por montañas elevadas como el monte Meda y la Serra de San Mamede, donde os encontraréis con el antiguo monasterio de Santa María, fundado en la primera mitad del siglo XII. De la obra medieval solamente queda un arco ya que fue totalmente renovada a partir del siglo XVI. Algo muy singular de este cenobio es la leyenda que relaciona su construcción con la de la ermita sobre la cual está construida. Cuenta que este templo fue hecho por un fraile de la sierra de San Mamede con la única ayuda de dos corzos que le iban llevando las piedras. Precisamente este monje -convertido en estatua pétrea- es el que custodia la entrada del templo. Una oportunidad de conocer todos los entresijos de este conjunto religioso son las visitas guiadas que se facilitan a través de la oficina de turismo. En ellas, han de llevaros por dos de sus mayores joyas, el Claustro Procesional y el hermoso Claustro de la Hospedaría. Si os da tiempo y os gusta la naturaleza, alargad vuestra visita un día más en Montederramo para recorrer su bosque de abedules a través de sus rutas de senderismo.

Con la inquietud de sentirnos observados por el eremita guardián de Esgos que dejamos a nuestras costas, llegamos a Castro Caldelas. Allí recorreremos sus calles hasta encontrar el santuario dos Remedios y su castillo. En primer lugar, visitaremos el templo del siglo XVI que nos aguarda en la plaza de la villa, en el lugar donde antiguamente estaba localizada la antigua ermita del Prado. En su interior, podréis visitar el Museo de Artes Sacras. Ya en su exterior, un crucero con la imagen del apóstol Santiago y de la Virgen del Pilar es testigo de la ruta jacobea que por aquí pasaba en la búsqueda de albergue en los monasterios de la Ribeira Sacra.

En cuanto al castillo, este fue mandado construir hace más de 600 años por el Señor de Castro, tras ganar las tierras por luchar al lado del rey apodado el Justiciero. Los grandes y ásperos muros de este castillo permitirán dirigir nuestros pasos a la búsqueda de nuestro pasado. El museo etnográfico que hoy acoge, nos muestra la importancia de Castro Caldelas en la historia de la zona gracias a los numerosos objetos encontrados durante las reformas: las rocas, telares de lino y aperos de labranza nos harán por un momento volver al Medievo. La visita es una experiencia única para imaginar cómo era la vida en aquella época en una fortaleza como esta.

Nuestro viaje continúa hacia A Pobra de Trives, donde atravesaremos el espectacular puente romano del río Bibei. De la época del emperador Traxano, a día de hoy continúa funcionando a pleno rendimiento. Esta gran obra de ingeniería romana salva un desnivel de casi 23 metros. La altura impresiona especialmente cuando uno se acerca al lado y aprecia la rotundidad de sus pilares, que soportan impasibles los continuos embates del río. No dejéis pasar la oportunidad de degustar una auténtica bica mantecada de Trives, un delicioso producto artesanal típico de esta comarca.

Para finalizar esta primera jornada, nos espera impasible el castaño de Pumbariño en las tierras de Manzaneda. A este árbol se le calculan cerca de mil años de existencia y es el protagonista indiscutible del souto de Rozabales. Para llegar hasta él, tendremos que atravesar un frondoso sendero escoltados por castaños centenarios que nos proporcionan cobijo y mucha tranquilidad. Al llegar ante el veterano Pumbariño, intentad rodear los más de 12 metros de contorno de su tronco, una hermosa instantánea está asegurada.

Día 2º

El segundo día de nuestro recorrido lo comenzaremos en el municipio orensano do Bolo donde iniciamos la jornada en el espectacular santuario das Ermitas. Esta es una imponente construcción situada bajo una elevada pena a los pies del río Bibei. Este santuario, encajado entre bancales, toma el nombre de los ermitaños que buscaban la soledad en este lugar tan alejado.

El actual santuario que la alberga se excavó directamente en la roca y se construyó sobre la antigua ermita. Una de las singularidades de este santuario es la imagen de la Virgen, que en el centro del altar mayor es custodiada por varios ángeles de plata que bailan y hacen sonar unas campanillas.

Durante la Semana Santa, son muchos los fieles que se acercan hasta aquí para seguir en procesión el víacrucis, desde el santuario hasta la parte alta de la villa, como una evocación de la ascensión al Monte Calvario. Es tradición completar las romerías, a las que acuden millares de devotos, con una ración de pulpo “á feira” y regarlas con vino de Denominación de Orixe Valdeorras, de las famosas bodegas de la zona.

Sin salir de la comarca, visitamos también el castillo do Bolo del siglo XII que perteneció a los Condes de Lemos. Semiderribado tras las “Revoltas Irmandiñas”, fue aprovechado durante mucho tiempo por los vecinos como escuela, como como cárcel e incluso como campo de la fiesta. Ahora podréis recorrer su interior y empaparos con su apasionante historia.

Para finalizar nuestro recorrido, en las cercanías do Barco de Valdeorras, podemos acercarnos hasta el monasterio medieval de San Miguel de Xagoaza, en la ribera del río Mariñán. Su cenobio, completamente restaurado, puede visitarse ya que fue convertido en una moderna bodega en la que también se celebran actividades culturales. En su origen, este monasterio fue un priorato de los caballeros templarios, pero más tarde pasó a la Orden de San Juan de Jerusalén, posteriormente denominado de Malta. Observando con detalle la portada de la iglesia descubriréis la Cruz de Malta grabada por los canteros como testigo vivo de su glorioso pasado.

En los paisajes de estas tierras, las vides cuelgan por las laderas de las montañas fruto del trabajo sosegado de los viticultores que, pacientemente, transforman las pendientes en pequeñas bancadas de cultivo -los socalcos- y que atrapan la ojeada del visitante. En las tierras de Valdeorras se convierten las montañas en paisajes humanizados y las vides, más que plantas, son joyas de la naturaleza cuidadas con arte y cariño.

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