Ruta da camelia...

La enigmática belleza de Oriente

No se sabe si Marco Polo se traería unas camelias como recuerdo de la China. Si lo hizo abrió camino sin saberlo a la primera camelia peregrina y siglos más tarde a una ruta que de jardín en jardín, de pazo en pazo, ilumina los inviernos, el paisaje y el alma de Galicia.

Fueron los portugueses los primeros en introducir en Galicia la enigmática belleza del Oriente, plasmada en esta sutil y delicada flor de té, como se conoció a las camelias hasta 1735. Los chinos las usaron para tratar de engañar a los ingleses, pues sus capullos, por bellos que sean, no sirven para darle buen sabor al agua hervida. Y los chinos, que en materia de tés llevaban unos 2.000 años de ventaja, estaban dispuestos a proteger el secreto de la infusión a toda costa. Así que les regalaban las flores y se quedaban con las hojas.

Sin embargo los ingleses no cejaron; habían descubierto que en los barcos donde se consumía té descendía notablemente el riesgo de escorbuto - luego se supo que debido a la vitamina C-, cosa que los navegantes chinos sabían de sobra ya hacía siglos.

Y mientras ingleses y holandeses se aplicaban a estudiar con entusiasmo las propiedades de las hojas, las flores desechadas viajaban a bordo de sus barcos hasta Londres o Lisboa. Y de allí rebautizadas ya como camelias en honor a un misionero jesuita, pasaron a Galicia.

Más tarde, Chanel las eligió como emblema de elegancia en recuerdo quizá de aquellas que pudieron venir, con Marco Polo como no podía ser de otra manera, por la Ruta de la Seda.

Y así se creó la única ruta de Europa dedicada expresamente a contemplar las más de 8.000 variedades de camelias que se alojan en las calles, plazas y caminos de las ciudades y pueblos de Galicia. Las camelias vinieron del Oriente; son gallegas.
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